martes, 9 de octubre de 2012

SUPERAR LOS MIEDOS EN LA RELACIÓN DE PAREJA II


Muchas personas tienen la falsa creencia de que vivir en pareja es sinónimo de vivir siempre enamorados. Por eso, cuando llegan a la etapa de establecimiento del compromiso, ante el desencantamiento del sentimiento inicial, experimentan miedos y añoran la intensidad y la emoción del principio.
                     La pareja está para apoyarse y también para mostrar sus diferencias cuando las haya. Esto implica que debemos aprender a escuchar lo que nos gusta oír, pero también lo que no, ya que pueden ser cosas importantes para la relación.
                     “Si nos queremos, tenemos que estar juntos siempre y compartirlo todo”. Necesitamos tiempo individual dentro de la relación. Las actividades fuera de ella, relacionarse con otras personas sin necesidad de ir siempre acompañados de nuestra pareja, aporta aire fresco y experiencias que nutren la relación. Sé que esto pone vulnerable a muchas relaciones de pareja, ya que esta actitud de no siempre ir juntos, ha sido mal usado, no para relacionarse con terceros de una forma “sana”, sino para meter a terceros sexualmente.
                     “Mi pareja y yo debemos tener los mismos objetivos e intereses”. Perfecto en lo que respecta a la vida en común, aunque en otros ámbitos no tiene por que ser así. Como con los espacios personales, la diferencia de intereses puede nutrir de forma significativa la relación.
                     “La frecuencia del sexo no debe bajar nunca”. A lo largo de la relación habrá altibajos y no es nada malo sino consecuencia del estrés, cansancio, enfermedad, momentos difíciles, además de los cambios propios de la edad en cada uno…
                     “El amor se mantiene por sí solo, si decae es que ya no existe”. Todas las relaciones de pareja necesitan un trabajo profundo de mantenimiento para funcionar. En palabras del Psicólogo Alemán Erich Fromm, “El amor es un arte y como tal necesita de conocimiento y de técnica, aspectos los dos que se desarrollan con la práctica”.
                     No podemos dejar de sentir y, por tanto, siempre podemos sentir atracción personal y sexual por otras personas. No somos responsables de lo que sentimos, aunque sí de lo que hacemos por ello. Podemos comprometernos con nuestra pareja acerca de nuestra fidelidad, pero no en cuanto a nuestras sensaciones al relacionarnos con los demás. Porque el verdadero compromiso  de fidelidad sexual inicia con nosotros mismos, si no nos comprometemos con nosotros mismo ni nos somos fieles a nuestros sentimientos, emociones, pensamientos, fantasias, etc... Será una mentira hacerlo con nuestra pareja. Y para comprometernos con nosotros mismos, antes que ver al otro, hay que vernos tal como somos a partir de aquí, podremos ver al otro tal y como es y no desde nuestra imagen idealizada a la que le juramos y prometemos compromiso y fidelidad.
                La madurez de una relación de pareja radica precisamente en aceptar que haya miedos y en resolverlos de una forma conjunta.
                     Siempre es bueno abordar nuestros miedos con nuestra pareja de forma sincera y transparente, y eso requiere una fuerte capacidad de adaptación y flexibilidad por parte de ambos. Dejar la relación de pareja para plantearnos y resolver nuestras dudas no significa el fin del amor sino el acceso a una intimidad constructiva, una fase de compromiso a la que no todas las parejas llegan.

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