miércoles, 20 de noviembre de 2013

Como me siento Juzgado, Juzgo.

JUZGAR A LOS DEMÁS.

A lo mejor está pueda parecer una reflexión dominguera, partiendo de la base que eliminaría todo juicio, incluso hacia uno mismo, en una sociedad enferma de juicios, prejuicios, evaluaciones y auto evaluaciones constantes, como si la vida fuera un examen y como si el juicio fuera a cambiar la realidad. Aunque valdría aprender a aceptar las cosas como son, sin calificarlas.

Hoy propongo, si quieres limitar los juicios en tu vida, puedes empezar analizarte y reflexionar sobre  ti mismo cada vez que un juicio a lo ajeno se asomaba por tu cabeza.
Rápidamente, el afán por juzgar a los demás desaparece.
Antes de juzgar a los demás, júzgate a ti mismo.
·         Antes de tachar una acción de alguien como injusta, plantéate: ¿tú siempre eres justo? Es más. ¿Qué es ser justo o injusto?
·         Antes de decirle a alguien que está demasiado delgado o demasiado gordo, ¿te has mirado al espejo?
·         Antes de calificar a alguien de raro o peculiar, ¿seguro que tú eres “normal”? Recuerda que cada uno de nosotros es único, y por lo tanto peculiar. Tú también tienes tus rarezas.
·         Antes de considerar a alguien como extremista, si ves al otro en un extremo, ¿no será que tú estás en el opuesto? ¡Ah no! Que tu vida es la más equilibrada. O tal vez tú también vivas en el extremo. Pues yo diría que ni una cosa ni la otra, porque puede que simplemente no haya extremos. Quizá sólo existan diferencias, mayores o menores, nada más.
·         Antes de pensar que hacer deporte una hora y media cada día es una obsesión por el cuidado del cuerpo, ¿no podría ser también obsesivo estar sentado cuatro horas diarias delante del televisor?
·         Antes de reprochar a otro un error, si es que realmente lo fue, ¿qué pasa? ¿Tú nunca te equivocas?
·         En definitiva, antes de criticar a alguien gratuitamente por el mero hecho de juzgarlo y consecuentemente sentenciarlo, pregúntate en primera persona: ¿soy perfecto?

Cinco cosas que puedes hacer en vez de juzgar a los demás
En el plano de la vida material el hacer juicios está relacionado directamente con la sobre vivencia. ¿Puedo cruzar las vías antes que el tren? ¿Debo confiarle a este tipo todos mis fondos de retiro? Sin embargo, a nivel espiritual, el juzgar a los demás detiene todo crecimiento desde el principio.

 Cuando nos separamos de los demás a causa del juicio, no solamente bloqueamos la comunicación hacia los demás, sino que también bloqueamos el flujo de la vida hacia nosotros. ¿Cómo podemos romper con el hábito de juzgar a los demás? Aquí están cinco cosas que puedes hacer para lograrlo.
Empatía
Si logras imaginarte la situación que vive otra persona, te sentirás menos inclinado a juzgarla. ¡Inténtalo con firmeza!, “ahora comprendo por qué razón esa persona se comporta así”. En lugar de añadir más separación y coraje en el mundo, estarás cultivando la conexión y el entendimiento.
Bendícele
Hace tiempo trabajé con una mujer que trataba con clientes molestos todo el día. Con frecuencia la escuchaba decir suavemente: “que Dios le bendiga”. En cierta ocasión me dijo: “decirles esto es mejor que decirles lo que estoy tentada a decir”. Y su técnica funcionó muy bien. Siempre estaba serena, y los clientes molestos ya no le preocupaban.

Haz oración y/o meditación.
Cuando descubras que actúas como juez, comienza a orar por la persona a la que estás juzgando. Pídele a algo más grande que le dé a esa persona lo que deseas para ti y para los que amas. Después de todo, Dios ama a esta persona tanto como a ti. ¿Por qué no seguir el ejemplo de Dios e intentar amar también a la otra persona?

Mira al interior
Si te está molestando algún rasgo o actitud de otra persona, probablemente haya algo en ti de ese rasgo o actitud. Cuando alguien más acapara la atención, esto puede amenazar tu necesidad de atención. Quien está dominando emite una luz que opaca tu propio deseo de controlar la situación. En lugar de juzgar a los demás por su comportamiento, intenta examinar qué es lo que turba tu interior.

Si lo anterior falla, distráete.
Cuando alguien te saca el coraje, te sientes tentando a poner a esa persona en su lugar, sigue el juramento que realizan los practicantes de medicina de no hacer daño a nadie. Si no puedes musitar una bendición, manifestar tu empatía, o el amor, por lo menos puedes apartarte de esa situación y centrar tu atención en algo distinto. Tranquilízate un momento antes de juzgar.

Por último.

Recuerda siempre que el Juicio habla más de quien lo emite, que de quien lo recibe.